[Pasado/Dúo] Stray cats

La tripulación del barco tuvo que amontonarse sobre Miyuki y sujetarla de su abrigo para evitar que saltara por la borda cuando se estaban acercando al puerto de Loguetown. Sus ojos recordaban al sol durante el ocaso, grandes y de color rojo, reflejando el nuevo mundo que estaba a punto de conocer. Apenas y podía contener la emoción, aunque en realidad era difícil decir con certeza si siquiera estaba intentando.
No hubo  – muchos – problemas con el desembarco, uno de los tripulantes más corpulentos del grupo se encargó de mover uno de los cargamentos más problemáticos. El curtido hombre de mar medía al menos unos dos metros y medio y la única mujer que había participado del viaje venía colgando de su mano derecha, tomada del cuello de su abrigo tal prenda en un ropero. De vez en cuando forcejeaba y acertaba puñetazos contra el rostro del sujeto quien intentaba comunicarse con ella a pesar de estar recibiendo golpes en la cara.— Uff. Escucha Kitty-chan. Hmph. Entiendo que estés emocionada. Ow. Al menos promete que estarás aquí para el anochecer. Ugh. Nos alojaremos en una posada cercana y uno de los muchachos te estará esperando en el barco —.
— ¡Lo entiendo, lo entiendo!. ¡Ya déjame ir Mustachio-san! —.
El hombre suspiro y liberó a Miyuki de sus ataduras, quien apenas sus pies tocaron el suelo salió disparada dejando un rastro de polvo a su paso. El hombre suspiró mientras la veía alejarse y acarició su bigote.— ¿Mustachio?—.

Sus alrededores eran demasiado como para procesarlo tan rápidamente, había tantas cosas allí que no sabía que investigar primero; muchas personas, puestos vendiendo artefactos extraños, ropas que nunca había visto, pequeñas piedras brillantes y…


La muchacha cerró sus ojos mientras permitía que el aroma permeara su sentido del olfato, era definitivamente carne, pero olía mucho mejor que la carne a la que ella estaba acostumbrada comer. Al menos ya sabía por dónde empezar, dando brincos se dirigió hacia el lugar del cual provenía aquella fragancia.
Era aquí, un pequeño puesto al aire libre, detrás había una pequeña casa de donde provenía un aroma más intenso, seguramente era allí donde preparaban la carne. Miyuki se acercó con curiosidad al lugar donde se exhibían los bocadillos que olían tan delicioso, entre ellos había un pequeño cartel con algo escrito.— Miito Pai —. Pronunció en el acento que había heredado de sus padres mientras una pequeña línea de baba se escapaba de uno de los lados de su boca. Tomó uno de los pasteles y se lo comió de un bocado, lo cual provocó una reacción violenta por parte del vendedor del otro lado del puesto; violentamente golpeó la mesa de su puesto y comenzó a hablar de forma fuerte y amenazante.— ¡Hey, espero que tengas pensado pagar eso! —. La muchacha respondió inclinando su cabeza hacia un lado algo confundida.— ¿Pagar? —. Esto solo ayudó a encender aún más la furia del vendedor, quien tomó un garrote de madera el cual era notablemente empleado como arma.
Sintiendo la hostilidad en el hombre, la pequeña se puso en guardia, estaba segura de poder darle una paliza, pero se encontraba en un lugar extraño rodeada de muchas personas que comenzaban a observar la situación, no sabía si entre ellos podrían esconderse aún más enemigos y ser rodeada no sería algo bueno. Rápidamente decidió su curso de acción, tomó otros dos pasteles de carne del puesto y los puso bajo su brazo izquierdo. Entonces dio varios saltos hacia atrás para alejarse de su atacante, levantó su brazo libre hacia arriba y grito con gran fuerza.—¡Técnica secreta de Miyuki! —. Se volteó y de manera similar a como cuando había dejado el barco, salió disparada como una flecha hacia los callejones.— ¡Huir! —.

No estaba segura de cuánto tiempo estuvo corriendo, creyendo que ya se encontraba a una distancia segura, aminoró su marcha hasta que su carrera se convirtió en una caminata tranquila. Había terminado en una zona del pueblo que parecía algo más rústica y vieja, pero el ambiente era tranquilo y había muy pocos peatones si es que alguno deambulando por allí. Sus pisadas hacían eco a través de los viejos caminos de piedra y entonces algo nuevamente llamó su atención, esta vez lo que fue cautivado fue su sentido de audición. Las pocas canciones que conocía eran de cuna más otras que escuchó de los navegantes mientras comían y bebían, pero este ritmo era muy diferente a aquellas. Era alegre, pero a la vez relajante, era un muy buen ritmo para escuchar mientras disfrutaba de su botín. Cerró sus ojos y permitió que sus oídos la guiaran hasta la fuente de aquél sonido. Entró a un pequeño establecimiento que se encontraba a oscuras y parecía desierto, en un rincón la figura de una persona se encontraba sentada tocando un instrumento. Él parecía haber sido el único individuo en el lugar hasta que ella se invitó a pasar. Sin decir nada, Miyuki se sentó a un lado del umbral de la puerta y comenzó a darle grandes bocados a uno de sus pasteles mientras mecía su cabeza a los lados al ritmo de la música.

Abro mis ojos adormiladamente, carente de energía por completo. Por un rato, simplemente yazco sin vida, mirando el techo mientras repaso los últimos acontecimientos acontecimientos en un intento de organizar mis pensamientos.

El día anterior había pagado una cifra desproporcionada a unos mercaderes para que me dejasen viajar en su navío hasta Loguetown, me habían cedido un pequeño camarote para descansar durante el viaje aunque por aquella cantidad era lo mínimo.

Me rasco detrás de mi cabello despeinado. Mirando por el camarote el reloj sobre una pequeña mesita de noche indica que es bastante entrada la tarde. El cielo notoriamente más enrojecido fuera de la ventana lo confirma. Me levanto de la cama, tambaleándome un poco mientras extiendo mis brazos para balancearme.

Cuando miro por la ventana, veo algo tenuemente a la distancia. Forzando mis ojos apenas puedo distinguir la figura de una isla. Sin pensarlo dos veces, salgo de la habitación para ir a cubierta.

El brillo del sol poniente asalta mis ojos recién despiertos, forzándome a apartar la vista hasta que se ajustan. Mis ojos permanecen fijos hacía adelante fieles a la figura solitaria de aquella isla, donde nació y murió el Rey de los Piratas, Gol D. Roger. Por esto Loguetown es conocida como "La ciudad del Alfa y el Omega".


Cuando el barco atraco en el puerto la noche ya adornaba al cielo que cubría todo el East Blue. Cogí mi equipaje del camarote el cual consistía solamente de una guitarra. Echándome el instrumento al hombro me dispuse a desembarcar. Con un gesto de la mano derecha me despedí del marinero que estaba amarrando el navío.

En la absoluta oscuridad que brinda el basto cielo de esa noche, en aquella isla East Blue, en medio de aquellas calles destaca una taberna en particular, la noche era calmada, sin rastro alguno que indique lo contrario, salvo por el ruido de la música que sale de esta. El silencio en las callejuelas hace acto de presencia el cual únicamente era roto por momentos por locos y los borrachos de aquella noche, algunas estrellas adornan el firmamento, sin una nube en las lejanías. Era mi primera noche en aquella isla, pequeñas betas de luz escapan de entre las rendijas de la puerta y las ventanas, dentro de aquella cantina, al parecer se encuentra a reventar, ya que las risas y la música están en completa sintonía. Sin embargo decidí hacer omiso y dirigirme directamente al lugar que había rentado para pasar unas noches. La renta había resultado ser bastante barata lo cual podría ser directamente proporcional a las condiciones en las que se encontraba ... Aunque para ser sincero no era algo que me preocupase, me bastaba conque tuviese un techo en el cual refugiarme de posibles cambios climáticos y que este no se me cayese encima.

Saque el papel doblado donde tenía la dirección de uno de mis bolsillos y empecé a buscar la calle. Tuve que pedir indicaciones un par de veces pero finalmente llegue, la zona había pasado a ser más rústica, hace contraste con el resto de la ciudad. Finalmente llegue, era la calle correcta y el número correcto de eso no había duda pero ... Miro la hoja y vuelvo a comprobar la dirección, y continuo haciendo este gesto unas cuantas veces más.

-Esto no es lo que me esperaba.- dije para mi mismo.

Era un pequeño edificio pero era un pequeño bar, creía que iba a ser una pequeña cabaña o habitación ... ¿Me habrá dado el propietario una dirección incorrecta?. Con un suspiro saque la llave que me había proporcionado y la probé. Para mi sorpresa esta abrió la puerta.

El interior estaba a oscuras y no se podía ver bien, tras rebuscar un poco en la oscuridad encontré una lampara, encendí la vela de su interior y sosteniéndola en alto empecé a "explorar". En efecto parecía un bar pero ¿Como decirlo? ... Era como un bar clandestino echo en un sótano, aunque este era bastante más visible. Echo por alguien "amateur". Una pequeña barra formada por un puñado de tablas, 3 mesas redondas con 4 sillas cada una. No pude evitar estornudar un par de veces por todo el polvo ... De cierta manera ya me hacía una idea el porque era tan barato.

Busque alguna habitación pero solo encontré un pequeño cuarto con productos de limpieza y una cocina bastante modesta. La naturaleza rústica de los muebles de madera reitera lo diferente que era esta zona. Básicamente era una pequeña casa convertida en bar o al menos esa era la intención.

No encontré una cama ni ningún otro lugar donde echarme a descansar, con un suspiro de resignación limpié el polvo de una de las mesas y una de las sillas y me senté en ella con los pies apoyado en la mesa, intentando coger la postura más cómoda para echar una cabezada.


Luego de ser despertado por un sonido, abro mis ojos con un grado de recelo. Girando mi cabeza hacía la izquierda, veo que apenas esta amaneciendo. Me siento recto en la silla, sosteniendo mi nuca para intentar aplacar el dolor por haber dormido en una posición incómoda.

Tras levantarme y estirar un poco salí del lugar en busca de algún sitio donde poder desayunar.


La mañana paso con relativa calma, me había familiarizado un poco con los alrededores.

Me encontraba nuevamente dentro del piso o más bien local que había alquilado para unos días ... Para ser sinceros no tenía mucho que hacer, ni siquiera sabía hacía donde dirigirme después.

Alargue la mano y agarre la guitarra que había apoyado en la pared la noche anterior, la saque de su funda, apoye la silla contra la pared dejándola a dos patas y apoye mis pies en la mesa. Una vez estuve en una posición relativamente cómoda empecé a tocar.



Absorto en la canción no me di cuenta de la persona que entro y observaba o más bien escuchaba desde la puerta. Una vez termine y note al sujeto aparte las piernas de la mesa dejando que la silla volviese a apoyarse sobre sus cuatro patas y tumbe la guitarra en la mesa.

-¿Puedo ayudarte en algo?- le dije a quien quiera que se encontrase allí.

La muchacha masticaba energéticamente su bocadillo acompañada de aquél ritmo tan agradable, pero de pronto se hizo el silencio. El hombre responsable de la melodía pareció finalmente notar su presencia y detuvo el movimiento de sus manos sobre su instrumento, el cual colocó sobre una mesa cercana a él. Se acomodó en su asiento y acto seguido pasó a indagar sobre su extraño visitante haciéndole una pregunta.
— Nu~ —. Con sus mejillas aún rellenas, respondió al músico de la manera honesta a la que acostumbraba mientras agitaba su cabeza ligeramente hacia los lados, sin dejar de observarlo. Los ojos agudos de Miyuki comenzaban a acostumbrarse a la pobre iluminación de la habitación y ya podía distinguir los rasgos de su interlocutor aún desde donde se encontraba; un hombre algo escuálido, parecía cansado y poco energético o al menos así cuando la joven lo comparaba con sus propios estándares.

Continuando con el intercambio de diálogo, Miyuki fue la siguiente en intentar satisfacer su curiosidad.— ¿Por qué dejaste de tocar Yaseta-san? —. La joven tenía el hábito de rápidamente designar apodos para la gente que la rodeaba en base a sus cualidades porque así era más sencillo recordarlos. Al parecer lo que más llamó su atención acerca del músico era su complexión (Yaseta: flaquito).
Antes de recibir respuesta por parte del destinatario de su pregunta, observó el pastel a medio comer en sus manos y luego al que aún se encontraba junto a ella y de pronto parecía algo triste. Un conflicto invisible a los ojos del músico se estaba librando en la pequeña mente de la mujer frente a él; ella no deseaba partir con su botín, pero al mismo tiempo deseaba continuar escuchando. Su deliberación interna tomó no más que un suspiro y volviendo a una actitud algo más firme se dirigió nuevamente hacia el peliblanco.— Si es porque estás cansado y con hambre, Miyuki está dispuesta a compartir, ¡pero solo un poco! —. De seguro algo de carne le haría bien al muchacho o al menos eso es lo que ella creía mientras ofrecía el pastel en sus manos como gesto de buena fé.

Al observar al sujeto o más bien a la chica que había irrumpido en "mi propiedad", al menos hasta que se me acabase la renta, lo primero que noto es su extraña vestimenta, su cabeza cubierta por una capucha color crema con adornos dorados que parecían hacer alusión a las orejas de un gato, el resto de la chaqueta del mismo color que la capucha cerraba sus mangas en lo que parecían ser nuevamente la alusión a las patas de un gato. No se podía distinguir sus facciones faciales debido a la capucha, lo único que se podía ver era su pelo rubio saliendo de dos agujeros de su chaqueta en forma de dos grandes trenzas. ¿Acaso estaba haciendo cosplay?

La "chica gato" respondió negativamente a mi pregunta con la boca llena de comida. No parecía haber captado la indirecta. -Seré más directo, ¿Qué haces aquí y por que has entrado a una casa que no es tuya?.

-¿Por qué dejaste de tocar Yaseta-san?- preguntó la intrusa. ¿Y que es eso de "Yaseta"? Vale, ciertamente no soy un tipo corpulento pero  aun así ...

-Mi nombre es Shiro, Shiro Neekis ... Aunque creo que la que deberías de presentarte eres tu.- dije haciendo caso omiso a su pregunta sobre el motivo por el cual había dejado de tocar. Posando ambas manos en las caderas e inclinándome ligeramente hacía ella.

Partiendo la comida que tenía en sus manos me ofreció una parte. Esto me hizo levantar una ceja dejando una extraña mueca en mi. Cerré los ojos y suspiré por un segundo. -Agradezco el gesto pero puedes comértelo tu.- suspiré acompañando el suspiro con levantamiento de mano a la altura de mi cara.

Me alejé un poco y me senté encima de una de las mesas cubiertas de polvo apoyando mis pies en una de las sillas que la acompañaban.

-Volviendo al tema, ¿Cual es tu nombre y que te ha traído hasta mi casa?.- intenté volver al tema que realmente me importaba.

Mire por un breve instante la guitarra que había apoyado en una mesa a unos metros de en la que estaba sentado. A la "chica gato" parecía gustarle ya que pregunto porque deje de tocar, quizás funcione. -Si respondes a mis preguntas tocaré otra canción.- dije levantando el dedo indice para recalcar la pregunta.

La mujer observó a su interlocutor y luego al pastel entre sus manos algo sorprendida y confusa,  no esperaba una negativa ante su ofrecimiento, después de todo era el tipo de oferta que ella no dejaría pasar. Se encogió de hombros y procedió a continuar masticando su aperitivo mientras observaba y escuchaba al aparente dueño del lugar quien había logrado cautivar su curiosidad.
El orador continuó haciendo preguntas, sus palabras ahora cargaban mucha menos sutileza y eran más directas. Su objetivo era conocer quién se encontraba ante él y el por qué de su presencia en el lugar, llegó tan lejos como para dar su nombre y ofrecer continuar tocando si es que eso lograba conseguirle algo de información respecto al extraño intruso a cambio.

El visitante acabó con el bocado en sus manos durante el monólogo del dueño de casa, no había ninguna razón para no corresponderle por lo que ella intentó responder sus preguntas una por una tan bien como pudiese permitirse.—Miyuki es Miyuki y proviene del clan Takara—. Apuntó a su rostro oscurecido por su capucha mientras se refería a ella misma y luego mostró una sonrisa formada por una hilera de dientes afilados. A continuación puso la mano que se dirigía a ella sobre su mentón y comenzó a pensar, la siguiente pregunta no era tan sencilla de responder. Su mirada se desvío hacia un lado, típica expresión de alguien que escarba entre sus memorias intentando recordar y comenzó a enunciar en voz alta los hechos pasados a medida que llegaban a ella.— Un barco llegó a donde Miyuki vivía, ella lo abordó para ver el mundo por papá y mamá. El barco llegó aquí y luego de explorar Miyuki encontró Miito Pai y se comió uno, eso hizo enfadar a un viejo quien la persiguió, pero Miyuki es muy rápida así que no tuvo problemas para dejarlo atrás. Luego de correr durante un rato escuchó una melodía y pensó que sería bueno comer acompañada de ella así que entró al lugar del que provenía —. Su monólogo algo errante recordaba a las palabras provenientes de un anciano senil, pero el discurso que parecía iría para largo llegó abruptamente a su final. Habiendo terminado su parte, la joven volvió a mirar en dirección hacia su interlocutor y paso a poner broche sobre su turno en la conversación.— Eso es lo que ha traído a Miyuki hasta la casa de Yaseta-san —. La mujer volvió a sonreír con satisfacción, totalmente convencida de que había respondido apropiadamente las preguntas que se le hicieron. Extendió su brazo derecho para recoger el pastel que aún quedaba e inmediatamente comenzó a comérselo mientras miraba al músico con expectativas.