[Presente/Pelea]

Varias semanas se planificó una sencilla misión para los cuarteles generales de la Marina, la misión consistía en llevar una caravana de suplementos básicos a un lugar donde se construía un enorme puente desde hace muchos años. Las condiciones en las cuales se trabajaba eran muy precarias y era de costumbre llevar cada seis meses suministros para que continúen con la obra y cosas básicas para subsistir. El problema siempre era que las caravanas eran asaltadas por bandidos locales que también por la escasez de suministros recurrían a dichos métodos para vivir.

Un gran barco con el símbolo de la marina llegó al puerto y tras encallar, varias carretas alineadas salieron del puerto acompañadas por muchos guardias armados y entre ese guardias destacaba un altísimo hombre que fácilmente superaba los tres metros de altura, Henry Reed.
El recluta iba cubierto por una manta marrón en todo su cuerpo para protegerse del frío, caminó unos kilómetros junto a sus compañeros por una fría ventisca por varias horas hasta que llegaron un un montón de cabañas de madera propiedad de los arquitectos que estaba a cargo de la obra; los trabajadores salieron y como era de rigor saludaron a los oficiales y se aseguraron de que la carga había llegado sin problemas, descargándola y haciendo inventario de cada saco de arroz o de cemento, todo estaba registrado.
Todo estaba muy bien alineado en las bodegas del campamento base y en orden, pero cuando todo parecía estar en orden algo sucedió...





El clásico sonido de un Den Den Mushi colmó el cuarto y enseguida uno de los responsables contestó; se escuchó claramente por el caracol que una de las bodegas a las que pronto irían estaba bajo ataque, necesitarían refuerzos y muchos ya que la persona al otro lado de la línea fue específico al aclarar que el ataque era masivo por parte de la banda. En seguida el Marine con más rango y mejor vestido organizó a las tropas tras un silbido; todos los cadetes incluido Reed formaron una línea frete al superior y se colocaro nen pose de saludo para tomar ordenes.-Todos, muévanse a la emergencia, saldremos ahora, Reed tu te quedas vigilando esta bodega-. Afirmó enérgico el superior al mismo tiempo que se acercaba para darle algo en las manos de Henry.-Si pasa algo, llama por refuerzos-. Era un Den Den Mushi para comunicarse directamente con el superior, si por si acaso llegaba un ataque sorpresa a esta bodega, el cadete podría llamar por refuerzos cuando quiera y peleer el ataque. El antiguo noble se paró firme haciendo la pose de saludo militar hacia su superior.-¡SÍ señor!-. Mencionó casi gritando al tiempo que sus compañeros y superior se retiraban a plena marcha de esa bodega para repeler el primer ataque reportado a su llegada.

Tras retirarse las fuerzas, el deontólogo por excelencia se relajó un poco, sentándose sobre una pila de sacos de cemente, mirando por la ventana y dándose cuenta que la ventisca había terminado y que ahora el paisaje era un gran mantel blanco impoluto hacia muchos kilómetros por fuera. No parecía una isla en conflicto y si no tuviera el clima tan horrible con las tormentas, sería un paraíso turístico.

Se podía oír una gran conmoción al otro lado de la barrera que separaba a Miyuki del mundo exterior, suficiente como para perturbar su siesta. Al principio intentó ignorarlo, pero resultó ser lo suficiente molesto como para despertarla por completo.
— (¿Hm, aún no es de día?) —. Contrario a sus expectativas, en vez de ser recibida por el cálido sol de la mañana se encontraba rodeada de completa obscuridad. Si aún era de noche se preguntaba el por qué de tanto ruido, pero entonces logró recordar lo último que había hecho antes de quedarse dormida.

El día anterior había llegado al pueblo el cual la tripulación que la había sacado de su isla llamaba…— ¿Roogutaun? —. Murmuró en voz baja mientras intentaba recordar. Estaba segura de haberlo anotado en su diario y también debería de aparecer en el mapa que recibió del viejo, pero era imposible revisar lo uno o lo otro a oscuras. Notando que estaba divagando de lo que realmente era importante, se dio unos golpecitos en la cabeza con ambas manos y continuó enlazando los hechos pasados. Recordaba haber paseado por aquél pueblo durante todo el día, era muy emocionante porque nunca había visto mucha de las cosas que se encontraban allí, incluso el simple hecho de ver un número tan grande y variado de gente era una experiencia nueva. Cuando el sol comenzaba a caer, se había dado cuenta de lo cansada y hambrienta que estaba. Deambulando en busca de comida sus pasos la llevaron hasta el puerto donde se encontró con un barco siendo cargado con todo tipo de cajas y sacos a costa de hombres vestidos de blanco y azul. Su olfato le decía que gran parte de ese cargamento constaba de deliciosa comida.— Kishishi —. Se tapó la boca con sus manos para contener su risa al recordar lo que sucedió a continuación. Un hombre gigante que parecía un gorila era perseguido por el puerto por una mujer mucho más pequeña, la expresión de horror en el sujeto mientras corría le había causado una impresión bastante cómica. Aprovechando la conmoción causada por esos dos, abordó el barco sin que nadie la notara y se escondió en uno de los almacenes. Allí destapó uno de los barriles y se encontró con pescado ahumado, comenzó a comer sin parar y de seguro se quedo dormida dentro del contenedor de madera.

A pesar del negro que le rodeaba, todo estaba claro. No había razón para permanecer allí más tiempo, además debía salir a buscar algo para desayunar. Destapó el barril de un puñetazo y elevó su cuerpo por sobre la abertura desperezándose con ambos brazos y disfrutando del aire fresco.— ¡Que bien dormí!. ¿Are? —. Se encontraba en un cuarto similar a donde se había quedado dormida, es decir un almacén, era fácil darse cuenta por la gran cantidad de contenederos de distinta índole adornando el lugar. No era un lugar muy espacioso, ¿quizás unos seis por cinco?. Pero todo eso no importaba, lo que llamó realmente la atención de Miyuki era lo que se encontraba o, mejor dicho, quien se encontraba en la esquina opuesta a ella del otro lado de la habitación.— ¡Ah, el gorila! —. Señaló al gigantesco hombre sentado a unos metros de ella, quien se encontraba observando el paisaje a través de la ventana.

El silencio reinaba entre las paredes de enormes leños, se colocaba como marea entre las cajas y sacos de los suministros. Henry por unos instantes cerró sus ojos y exhaló un gran suspiro como si estuviera decepcionado de la situación actual; todos sus compañeros iban a la acción y él ahí parado en ese lugar sin hacer nada. Quizá el comandante no confiaba lo suficiente en él como para ir a la pelea o todo lo contrario, era alguien de su entera confianza y le encargó una tarea que se podía complicar y que solo Henry podía resolver, pronto sabría la respuesta.

Tras abrir los ojos miró hacia el frente y sin que pueda reaccionar rápido, uno de los barriles explotó sorprendiendo al Marine logrando que su acto reflejo sea colocarse en posición de combate mirando al lugar del ruido. De ahí una efigie femenina se logró capturar en la retina del alto hombre, una mujer con apariencia extraña emergió enérgicamente del barill, la sorpresa del momento.-¿Quién dmeonios eres?-. Gritó a su objetivo, mientras adoptaba firme su posición defensiva típica del boxeo con sus brazos al aire a la altura de la cara.-¡Identifícate!-. Volvió a gritar tomando su atención en la mujer que lo llamó... ¿Gorila?

Maldiciones cruzaron la cabeza de Henry al escuchar tal término peyorativo que le recordaba cierta actitud de una idiota en casa, pero este no era le momento de vacilar, podría ser uno de los saqueadores que atacaron el puesto de avanzada de adelante. y esto podría ponerse feo. La expresión del Marine era de rabia hacia ella, por el apelativo, no lo iba dejar pasar así sea inocente, no sin su respectivo castigo.

El hombre compartiendo la habitación con ella se puso de pie, manifestando por completo su gigantesco tamaño. Al parecer reconoció a Miyuki como un posible enemigo y en consecuencia asumió una pose extraña de pelea que ella no había visto antes aunque parecía un estilo que utilizaba principalmente los puños como arma. La presión ocasionada por su aura de hostilidad en conjunto con su manera de hablar tan agresiva pareció empujar a la chica del barril, quien se balanceo hacia atrás mientras se sujetaba del tonel. Al recuperar su equilibro tomó la tapa del contenedor que se encontraba no muy lejos de ella y velozmente volvió a ocultarse en el lugar del que había salido como  si intentara protegerse. Casi inmediatamente después la cubierta se elevó una vez más, esta vez de una manera mucho más lenta, revelando un par de orbes rojos que observaban a su interlocutor de manera desconfiada.— Miyuki es Miyuki —. Decidió responder a la inquisitiva del coloso y acto seguido hizo una pregunta de su propia autoría.— ¿Miyuki no entiende por qué gorila-san parece molesto? —. Refunfuñó con una voz que sonaba algo apagada debido a sus alrededores revestidos de madera.

La extraña mujer respondió extrañamente a la hostilidad de Henry, se ocultó como si le tuviera miedo de nuevo dentro del tonel; a los pocos segundos volvió a emerger de su escondite y cual faro en la noche observó por intensos orbes rojos la fisionomía del cadete. Pese a que era una mujer, no debía confiarse, ellos probablemente podría ser del grupo de bandidos y estaría engañando a Henry, eso lo observaría ahora.

Tomando una actitud más calmada, siguió mirando el show por la mujer con ojos de rubí, por su parte los intensos ojos dorados de Henry la vigilaban por cualquier movimiento hostil que ella pudiese hacer. En medio de la escena ella se presentó, al parecer se llamaba Miyuki, era lo menos que podía hacer en esta situación y como cuestión más de protocolo que de cortesía él también se presentó.-Recluta Henry Reed, por favor salga del barril con la manos en alto y vaya contra la pared-. Le dijo con tono imperativo; Henry intentaba hacer cumplir la ley en ese momento, no debía bajar la guardia ni por un segundo o eso mismo fue lo que Celestine le dijo antes de irse a la misión. Todos los eventos se formaban muy rápido y este no era el momento para ponerse nervioso, debía guardar la calma y seguir el protocolo. La mujer si no acataba las ordenes, podría ser considerada como hostil y la fuerza podría usarse con ella.

El Marine no le agradaba mucho la idea de agredir a una mujer, pero las situaciones eran atenuantes, si ella no era culpable de nada, una rápido cateo resolvería todo; si no tenía armas o algún objeto peligroso podría dejar pasar la situación o si al hacer la revisión se ponía agresiva podría hacer uso de su fuerza y entrenamiento.
Poco a poco se fue acercando a la mujer, con pasos pequeños que hacían rechinar las tables de aquella casa de madera, poco a poco en su misma posición de defensa se colocaba más cerca de la mujer, con su imponente altura podría amedrentarla, pero eso no se pasaba por la cabeza de él por estos momentos, solo pensaba en la manera de atacar usando cualquier cosa a la mano o aprovechar la gran ventaja por altura y alcance que tiene en relación a la mujer.
Henry quedó a exactamente un metro de ella, esperando su reacción y que salga de su escondite.

Al parecer aquél hombre no quería continuar charlando, su respuesta sonó como un ultimátum que no daría lugar a ningún tipo de refutación. La joven comprendía intuitivamente que si no acataba sus órdenes se convertiría instantáneamente en un enemigo a los ojos del sujeto frente a ella. Por otro lado, no estaba segura de qué ocurriría si seguía las instrucciones que le fueron dadas y no estaba dispuesta a entregarse voluntariamente a una situación que podría llegar a condenarla sin antes luchar. Se encontraba más que preparada para un duelo, sin embargo, preferiría poder evitarlo de ser posible, ¿quizás podría intentar escapar?.


Los tablones del suelo comenzaron a quejarse ante los pasos del gigante que comenzó a acercarse a ella, el tiempo para pensar se había acabado.— (Hmm) —. Tanteando el fondo del barril con su mano derecha se topó con una espinilla de pescado, uno de los restos de su cena del día anterior, la colocó dentro su boca intentando no dar a conocer sus movimientos los cuales se encontraban ocultos por el barril. Ya con ambas manos libres, sujeto la tapa y extendió sus brazos mientras la sostenía, justo como el hombre frente a él había pedido. Se puso lentamente de pie y sonrío ligeramente ante el oficial para mostrar su voluntad a colaborar. Una vez erguida dio un brinco hacia arriba para finalmente salir de su escondite, el salto la elevó bien por encima del barril y graciosamente aterrizó colocando sus piernas separadas sobre los bordes de éste, demostrando un gran control y equilibrio y a la vez poniendo su línea de visión aproximadamente a la altura de los hombros del marine.

Era el momento de la verdad; en vez de descender del barril como el hombre probablemente esperaba, Miyuki lanzó la tapa que llevaba en sus manos como si fuese un platillo en dirección hacia el rostro de quien se convertiría ahora en su enemigo. La forma que el sujeto elegiría para bloquear aquél ataque no era realmente importante, incluso podría atrapar el proyectil y volverlo a lanzar. La mujer solo necesitaba esos pocos segundos de distracción, apenas su arma improvisada abandonó sus manos, ella ya se encontraba saltando hacia la izquierda apuntando hacia el suelo. Había cajas y bolsas por doquier convirtiéndola en un blanco mucho más difícil de acertar, con su cuerpo tan cerca del suelo como se podía permitir, corrió a gran velocidad entre los obstáculos rodeando al gigante. Ahora se encontraba junto a la pared lateral contraria a donde se ubicaba el barril, a lo largo del muro junto a su flanco izquierdo se hallaba la puerta un tanto más adelante y la ventana a través de la cual estaba observando el gorila se encontraba justo en frente.

El silencio que imparte tensión, el ambiente se llenaba con esa expresión y el ambiente estaba tan rígido que al acabarse y llegar a las hostilidades, ese momento podría asustar a alguien cardíaco o que esté con problemas nerviosos. En el caso de Henry, era todo lo contrario, esto hacía que su adrenalina fluyera a borbotones de sus glándulas suprarrenales. La mujer rompió el silencio metiéndose dentro de su barril y luego saliendo del mismo a los pocos segundos con una sonrisa sardónica adornando su cara; Henry seguía erguido en posición defensiva de boxeo y ahora la mujer estaba a casi su altura por estar encima del tonel, pero la diferencia de extremidades seguía siendo igual y no podía ella arriesgarse a un ataque apresurado.

El siguiente movimiento de la mujer feral fue lanzar la tapa del barril hacia la testa de Henry, él por su parte con un simple movimiento de su mano cubriéndose pudo evitar el impacto en todo su esplendor, pero esto hizo que la atención de él se desviara por unos breves segundos, lo suficiente para que la atlética enemiga pudiera irse al lado contrario del que se encontraba ahora, precisamente en el lugar inicial del evento.
Henry se volteó para poder estar frente a ella por cualquier ataque y no ser tomado por la espalda.-¡Es rápida!-. Pensó fijando su mirada en la efigie y de un brinco hacia adelante acortó la distancia entre ambos, a un rango que él pudiera lanzar un golpe con su mano derecha hacia abajo que era donde su cuerpo se encontraba, el golpe iba dirigido hacia la mandíbula de la mujer, cruzando su brazo por delante del otro y con la izquierda cubría un gran área del resto de su cuerpo como defensa.